Mi alma ¿Dónde está?
Soy el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Un poco más el segundo que el primero, de forma alarmante
y cada vez con mayor frecuencia.
Quizás es un buen momento para hacer un inventario de mis fracasos, para descargar la violencia.
Todo volvió a su lugar, excepto mi alma que permanece perdida.
Sigue acá la fiaca existencial, finamente “el tedio”, esa enfermedad no catalogada que nos mueve a hacer cosas raras,
como cambiar de carrera
o de ciudad
o de amigos
o buscar el calor humano
en una red social
llena envases vacíos,
peor aún en una red humana
que nos parte en dos
y nos olvida en una semana.
¿Cuándo volveré a verte alma mía?
Al final
¿Quién termina con el dolor de quién?
No puedo explicar
no puedo decir.
Ya lo debe saber, ¿no?
Me amordazó simbólicamente, sabe que no voy a hablar, pero me estoy quebrando cosechando lo que supe sembrar.
Espero que pueda reinventarse y vivir el resto de su vida con un sereno sentido de tranquilidad... es lo que he estado intentando hacer, pero mi alma ¿dónde está?
Dicen que la poesía sirve
para que las almas extraviadas
se encuentren.
Ya estoy segura,
las almas rotas nunca se curan.
Dicen que los libros
nos muestran personas puras.
Dicen que las sagas,
te hacen sanar cualquier cosa.
Dicen que una primera edición
enorgullece cualquier alma rota.
Por algo se empieza.
Las personas
nos hacemos más humanas,
cuando tenemos nuestras
propias bibliotecas,
aunque sea de un solo libro,
manchado y de edición vieja.
Nadie dijo nada,
me lo acabo de inventar,
pero de todas formas
en eso se van a ir
mis energías, en construir
la biblioteca de mi vida.
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