Me dijeron que escriba

 Leí de Rosa Montero, dejar de escribir es perder el nexo con la vida, y de la vida y escribir yo les creo a las personas de las cuales leo así que eso pensaré desde ayer: dejar de escribir es perder el nexo con la vida. Y me pongo de rodillas a rogarle al cielo que si tiene una bala perdida me la dé en el pecho. Tengo un hoyo, redondo y derecho, perfecto orificio negado al solsticio. No es tristeza ni angustia es la palabra justa atravesada cual daga. No es sentimiento de nostalgia de arrepentimiento es no querer que llegue el momento de hablar y abrir la boca para decir lo que siento. Y esto tiene una musicalidad horrible, pero es que así se ordenan en esta cabeza rota las palabras que suenan como gotas cayendo al vacío limpio que es mi pecho y ya lo he escrito si no hay balas perdidas que me parta un rayo en esta vida. Que no sea peligroso hablar de muerte y de los pozos que hace rato acá sabían que lo mío era tiempo extra que la batalla ya estaba perdida. Es que espero que nadie esté leyendo esto creyendo que yo de verdad pido mi muerte. Es simbólica la herida y espero que igual sea la muerte de la que suscribe. Es que yo morí tantas veces, tantas veces me mataron, tantas veces reviví, saben de qué canción hablo: seguí cantando al sol como la cigarra. Y mañana, si hoy muero, estaré despierta para ocuparme del futuro de la ausencia y la herida de haber reconocido que he perdido el nexo con la vida. 

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