Carta a Guernsey, la sociedad literaria y a las mujeres de acá, allá y más allá
Carta
a Guernsey, la sociedad literaria y a las mujeres de acá, allá y más allá
Guernsey,
no sé dónde estás, pero sos un lugar en el cual podría vivir. Y me hago de
frases y de citas sin citar para escribirte en esta carta que nunca voy a
mandar.
Me
agrada la idea del verde y los paisajes a lo Jane Eyre, me imagino en vos
hablándole el aire diciéndome a mí misma que hasta en una vida tan triste como
la mía no faltará alguna vez un rayo de sol, por el hecho de vivir en vos, bajo
ese cielo que es todos los cielos, pero ya sabés… mis sueños son planos y ventosos,
predecibles. Me encuentro escribiendo a una isla lejana soñando que esta carta
sea leída a la hora del mate junto a escritoras hermanas.
Posees
vientos como aquellos que hacían danzar el pelo en Orgullo y Prejuicio. Y me
pregunto ¿Quién sería el primero en descubrir la eficacia de la poesía para
acabar con el amor? Yo siempre he considerado que la poesía es el alimento del
amor; enredos y vueltas interminables que se palpan en el aire como en Cumbres
Borrascosas. Cada ráfaga de brisa llegada de las montañas viene tan cargada de
vida que da la impresión de poder reanimar a cualquiera que la aspirase.
Esas
novelas de mi juventud que endulzaron el amor por la lectura se vislumbraron
un poco oscuras al acercarme a la universidad. Ya no leía apellidos pensando en
mujeres ingresé al mundo de las masculinidades, la ciencia de la Lengua, lugar
que me era desconocido. Te cuento una anécdota al pasar para representar lo anteriormente
escrito: estábamos aprendiendo los agregados de Kerbrat Orecchioni al modelo de
comunicación de Jakobson, y como de costumbre algún estudiante preguntó cuál
era el nombre de aquel teórico que se animó a modificar el tan difundido modelo.
Para sorpresa de toda la clase, el profesor aclaró que la susodicha era una
mujer, Catherine, la primera lingüista que ingresó a nuestros sistemas de
pensamiento adiestrados por el patriarcado.
En
fin, volviendo al mundo literario en el cual poseemos representaciones minimizadas
por la historia oficial… considero que en vos ciertas escritoras, constituirían
la mejor compañía. Imagino a Virginia Woolf afirmando en sus tiempos que una
mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción. Te
sueño a vos, una isla como al país de Gioconda Belli.
También
es el caso de las hermanas Ocampo, que supieron compartir que hay bondades en
tu aire, que solitarias multiplican arcanas perfecciones. Se ahondan en
angostos callejones, tus árboles con ramas arbitrarias, se hacen lugar en mi
memoria junto con ellas que las imagino caminando conmigo. Pienso en Alfonsina
Storni con su alma desnuda, que, angustiada y sola, va dejando sus pétalos
dispersos. Alma que puede ser una amapola, que puede ser un lirio, una violeta,
un peñasco, una selva y una ola.
Y
en este viaje en palabras cómo olvidar a Alejandra, mi lila predilecta plantaría
miles de flores en su nombre y las dejaría morir a modo de metáfora inequívoca
de nuestra existencia. Un golpe del alba en las flores me abandona ebria de
nada y de luz lila ebria de inmovilidad y de certeza. Certeza de que debo
entrar en el mundo de Simone… Simone como me cuesta interiorizarla, no se
nace mujer, se llega a serlo. Quiero canalizarla, quiero su fuerza para poder
intentarlo y supongo Guernsey que en vos podría convertir a todas estas mujeres
en una parte de mi vida.
Tomaría
fuerzas y haría eco de la resistencia, pensaría en esa mujer, María de
Villarino, la única presidenta (con permiso de la RAE) que pudo estar alguna
vez al frente de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) que bien lleva su
nombre, escritores, varones, señores y dueños de la palabra.
Para
cerrar esta carta y enviarla sin destino a alguna parte, quisiera mencionar y
dejar inmortalizada una frase que he leído para que el viento hable con vos y
conmigo. Recupero a Clarissa: El arte no es solo para una misma, no es un jalón
en la propia compresión. Es también un mapa para las generaciones venideras. Guernsey,
voy a tomarme en esta instancia la licencia de hablarle a las mujeres del mundo
hasta ahora conocido para despedirme.
Mujeres
de mi tierra y de todas las orillas, Mujeres que corren con los lobos: escribamos,
sin pudor, nuestras voces valen y cuentan historias ancestrales. Nuestros cuerpos
cargan con todas las cicatrices, las jaulas han sido abiertas por nuestras
propias manos y ya sabemos qué hacer con el miedo. Seamos teóricas y poetas,
novelistas, seamos en esta y en todas las vidas escritoras definidas. Entremos
al mundo de la ciencia de la Lengua y de otras hierbas. Tomemos el terreno que
nos ha sido negado, no pidamos prestado, plantemos banderas, seamos guerreras
de la palabra.
Mencioné
a algunas de las escritoras que sentaron precedente, con ellas comenzamos a dejar
de estar relegadas a ese espectro abrir comillas mundo de lo femenino cerrar comillas.
Pero pasan los años y acá seguimos. Lo feminizado, defino: históricamente
desechables, utilizadas en nombre de todas las barbaries. Definidas por la
diferencia, nosotras las histéricas, las olvidadas por la ciencia. La mayoría
de las obras visibilizadas son de varones por varones. Estas son razones claras
para agitar rebeliones, para tomar el mando de nuestros colectivos y ser
nosotras las que nos definimos. Ser las bárbaras de todas las barbaridades que
dicen que dijimos y que escriben que hicimos. Y así redefinir el mundo de lo
femenino. Al pasado no vamos a cambiarlo, quizás podemos aprender a modificar
la forma de contarlo y revalorizarlo.
Con
convicción y grandes sueños me despido, espero llegar a algunos ojos cariñosos
que le den sentido a esta carta con destino.
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