Rutina
La encarnación de la sensibilidad
empática y pesimista.
El verbo del dolor, del amor
y de las palabras de la vida.
La vida misma es esta rutina.
Prenderle una vela al destino
apagarla y terminar en un suspiro.
Esto es.
Esto es sin más.
Cruzarme conocidos que no veo hace meses
saludarlos
decirles como si nada, como se puede
“¡Adiós y que tengas un buen día!”
Un día de estos nos juntamos.
Yo te aviso
yo te aviso
yo te aviso
Acordarme de mamá diciendo
“a Dios, nunca lo he visto y si lo vi no me acuerdo”.
Reírme para adentro, para mí, descomprimiendo.
Cruzar esas calles
en uno de los círculos del infierno
dar la vuelta a la Plaza Ramírez
haber roto la cadena,
paseando por el averno
en mi receso de trabajo no-forzado
me compro un helado.
Esto es un pequeño momento de felicidad.
Esto es.
Esperar sentada mi turno
para ingresar al circuito
junto a mis antiguas maestras.
Pensando en que me han enseñado tanto
y que agradecer no me cuesta.
Después de haber perdido
la cuenta del tiempo, los días y los años
en este infierno de infinitas repeticiones.
Yo afirmaba que los pensamientos habían terminado
que la vida iba a continuar como si nada,
pero resulta que nada termina hasta que se acaba.
Válgame la redundancia para tener algo de respiro.
« morir es un arte, como todo».
y el tiempo final de mis letras
que escapan de mi boca
y se impregnan será de ellas
Alfonsina y Alejandra
mis poetas.
Las asumí carne y les resistí
para ser sincera llegué hasta aquí.
En mi mente ya me colgué tres veces.
Ya tiré el gatillo.
Ya salté, hice la del horno,
tomé todas las pastillas.
En mi mente ya hice el acto
egoísta altruista del poeta
No me asusta pensarlo
lo elegí,
fue en mi imaginación
solo pensamientos.
Lo escribo y lo siento.
Después de haber muerto en esta guerra
contra mi misma, no me queda más que tiempo extra.
Los veré pronto, las veré pronto, poetas.
La vida misma es esta rutina.
Es esta. Es esta. Es esta.
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